jueves, 9 de enero de 2014

EXPERIENCIA CUMBRE
Erase que se era una bonita mañana de primavera, una pareja había hecho planes y como suele ocurrir no se realizaron, él no quería, puso excusa y discutieron, ella se marcho enfada, y dispuesta a que nada, ni nadie le amargase aquel estupendo día de primavera.
Se fue a pasear, su mente insistía en revivir y recordar la discusión, el enfado y el cabreo, mientras ella disfrutaba de los rayos de sol.
No se sabe cuando dejo de ser su mente, sus pensamientos, su enfado, para ser el árbol con sus hojas bailan por la suave brisa al sol.
Cuando soy la madre que amamanto a mi bebé sintiendo el placer, su  olor, o cuando soy el bebé saboreando el néctar y el latido familiar y acompasado.

Cuando era el anciano pasean con su cachaba, con sus pensamientos de juventud y sus dolores de vejez.


Cuando soy el perro oliendo la hierba y jugaba con la pelota que muerdo con una mezcla de rabia y de placer,  y que luego devuelvo a mi dueño para que me la tire de nuevo, y darme otra carrera y unos cuantos saltos más.
Soy la margarita, que recogía una niña, o tal vez soy  la niña entregándosela a su madre, y jugando “a me quieres o no me quieres”.
Ve y siente , soy el nonato, oído, me nuevo, “me has dado una patadita, siente como se mueve tu hermanito” le dijo a mi hija
Cuando era el sol radiante jugando con la sombras, o con las nubes como dulce de algodón.
Cuando era la ría con sus remeros y sus piraguas o simplemente una gota de agua.
Cuando era el niño que andaba en bicicleta, el deportista corriendo y recorriéndole cada gota de sudor, el esfuerzo, la fuerza.
En todos y en cada uno de esos instantes lo era todo y cada una de esas cosas, las campañas del reloj, las agujas con su lento y rápido movimiento, no había tiempo, no había espacio, no había ego, no había nada y en cambio era, soy  y estoy en todas y cada una de las personas, de las cosas sintiendo, siendo, viviendo.


En unos momentos era pasado, en otros era presente, y en otros era futuro, en cada instante lo que me rodeaba cambiaba dependiendo de los ojos del observador, era los ojos de los ancianos que veían otro paseo, otras casas, otras caras, era los ojos cerrados de nonato que me mostraban otro paseo, otros edificios, otras vida en mi vida.
Texto original de: Mª Asun Contreras























No hay comentarios:

Publicar un comentario