martes, 27 de septiembre de 2011

La niña con un estilo perfeccionista

Lo que yo tengo de esta niña: Siempre he tratado y trato de ser justa, aunque en el mundo que yo me movía de pequeña, a mí no me parecía que había mucha justicia y en mi mundo de adulta descubrí que eso es irreal. Mi niña era más intuitiva, soñadora y romántica que analítica y lógica, como adulta a veces soy muy analítica y lógica. En cuanto a lo equilibrada en mi mundo no existía eso, había explosiones y erupciones del lo más inesperado y sin motivos aparente, y supongo que yo he heredado ese comportamiento.

Mi recuerdo es de exigirme mucho la perfección, como yo no veía eso y me costaba hacerlo y luego se convirtió en una obsesión con una forma de ser trabadora, responsable, concienzuda, muy autocritica, pero nada consciente.
Sí hacia las tareas sin que nadie me lo recordase pero solo por las consecuencias que tenía no hacerlo así.

No me interesaba la escuela, ni en las tareas de la casa porque no tenía motivación y no era valorada parecía que solo era para agradar a mi madre y yo siempre he estado en oposición a las exigencia o expectativas de mi madre y a sus órdenes, aunque nunca directamente y abiertamente. Sí era limpia y ordenada, comía bien y no cabía la protesta.
Nunca me he considerado ninguna erudita en nada, nunca me he mantenido raya y por lógica tampoco he sabido mantener a los demás.

Estos principios como ética y moralidad la semilla fue implantada por mi padre, no como imposición sino por su compromiso ante la vida, con su manera de ser y actuar.
Si era limpia y ordenada, no había sitio para la exigencia y sí era muy seria e introvertida, no tenía ningún afán de trabajo más bien de disfrute.

Sí me sentía cómoda con personas imprudentes, desordenas y traviesas.
Aparentaba guiarme por las reglas, y no recuerdo tener ningún objetivo.

Nada resuelta, la justica y la ética fueron cobrando su posición.
Nada motivad, sin competencias y con trabajos para salir del paso, siempre hacia algo o decía algo no apropiado así que el error era una constante.

Texto original de: Mª Asun Contreras

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